sábado, 27 de septiembre de 2014

1.- El ratoncito Pepo y el Hombre Billete


Toc! Toc! Toc!
P - Quién es??

Toc! Toc! Toc!
P- Qué quien es!

Toc! Toc! Toc!
P- Grrrr , tendré que ir a ver ... quién estará llamando a la puerta a esta hora justo cuando me tocaba mi ración de queso Gouda de las cinco. Un ratón respetable no puede tomarse su ración de queso Gouda de las cinco como todos los ratones respetables, sin que venga alguien a fastidiar el mejor momento de la tarde hasta las diez, que me toca la ración de queso extra de las diez, sin olvidar la hora del desayuno especial de queso maitines, que se toma una hora antes del desayuno de queso matinal y luego está la ración de queso de la media mañana ...

- entretanto, ya estaba casi en la puerta mientras refunfuñaba por el pasillo por la interrupción cuando volvieron a llamar a la puerta: Toc! Toc! Toc! Pepo!!!! sonó una voz suave, como la de un enanito del campo, que desde lejos no se podía oír, y que ahora al estar cerca se empezaba a escuchar.

HB - ¡Pepo! te estás haciendo viejo y te estás quedando sordo!!! , ábreme ya!!! que llevo ya media hora llamando! seguro que te estás atiborrando a comer queso y no te puedes levantar! abre! abre! sordo! sordo! sordo! sordo!

P- Gordo? No sé qué dice, lo que si sé es que no tiene paciencia ... Ya vooooooy pesao!!! ya voooooy! no se puede ser más inoportuno y más pesao! -tan pesao y tan chico ... - pensó para sus adentros el ratoncito, pero sin querer decirlo, porque seguro el visitante tenía las orejas muy grandes y le podría oír, y porque la gente pequeña, es pequeña, pero oye muy bien y además mientras más pequeños son, peor genio tienen. Por fin el ratoncito Pepo llegó hasta la puerta para ver quien llamaba con tanta insistencia, y una alegría inmensa invadió a los dos en el pequeño portón de la casa ratuna, hacía muchos años que eran grandes amigos, pero también hacía muchos años que habían dejado de verse, cuando el ratoncito Pepo decidió mudarse a vivir cerca de la fábrica de quesos El Ratón Milenario, porque para sus pulmones, decía, el médico le había recomendado aroma de queso azul, y para sus delicadas patas, una ración diaria  de queso Gouda, aunque todo el mundo sabía que la única razón era su hambre infinita, y que esa casa tenía un pasadizo secreto que iba desde el desván de la casa ratuna al almacén de la fábrica, y que todas las noches se daba un paseito «Soy sonámbulo» .. se justificaba, para poder traerse los bolsillos llenos de pedazos de queso, de lo que la fábrica guardaba para las muestras y que nadie echaba en falta, o eso pensaba.

HB - Pepo!!!!
P - Hombre billete!!!! ..y se dieron un abrazo rápido para luego inclinar las cabezas como hacen los chinos, porque ellos siempre se saludaban así, se inclinan los dos hasta que se tocan las cabezas, y luego se empujan el uno al otro para ver quien tenía más fuerza, y el ratoncito Pepo se dejaba ganar siempre, para que el Hombre Billete no se sintiese mal, aunque esta vez, como siempre al principio, los dos empezaron haciendo fuerza, pero el Hombre Billete empujó muy fuerte y el Ratoncito Pepo se cayó para atrás y por un momento no sabía lo que había pasado, pero rápidamente se incorporó y dijo:

P - Me he dejado ...
HB - Ja! Y un mojón! Ya soy igual de alto que tú y ahora soy más fuerte, soy el billete más fuerte que has conocido, reconócelo!, ya nunca más tendrás que dejarte porque ahora siempre te ganaré, que te crees, que no lo sabía?

Pepo hizo un pequeño ademán con la cabeza, para decirle ... «vale ...» como para estar de acuerdo sin estarlo del todo, solo por no discutir, pero en el fondo, pensaba que el Hombre Billete había crecido muchísimo, ya no era aquel billete pequeño de 5 € gastado que había conocido, sino que se había convertido en un billete grande, con un papel más grueso, mucho más duro, con unas espaldas muy anchas y sus flamantes 50 € que brillaban por todos lados, indicando que era ya todo un billete adulto.

P - Vaya Hombre Billete, cómo has crecido, te has hecho todo un billete, me alegro muchísimo
HB - Y yo también me alegro de verte Pepo, aunque tú no has crecido nada, estás igual de alto que siempre P -  Los ratones no crecemos! siempre te tengo que recordar que estudies!, le interrumpió.
HB - No no, no crecéis, pero si que engordáis! te estás volviendo redondo, jajajaja  - y ambos amigos entraron en la casa riendo y como si no hubiese pasado ni un minuto desde la última vez que se vieron y como si todos estos años no hubieran pasado, porque para los amigos el tiempo es algo que se puede hacer desaparecer, como por arte de magia, cuando vuelven a encontrarse en cualquier momento y en cualquier lugar.

P- Estaba a punto de tomar el queso de las cinco, me acompañas?
HB - Claro que si, me tomaré un té y unas pastas, paro antes, te he traído un regalo - y del bolso sacó una moneda con una cara de ratón en un lado, y un gran queso de bola en el otro, muy redonda, y con un olor inconfundible a queso Gouda que como no, era el preferido de su amigo.

HB - Lo he hecho especialmente para ti, pero con una condición, solo te lo puedes comer cuando me haya ido. - Por supuesto!, grito Pepo mientras se abalanzaba sobre la moneda y se la pasaba por la nariz puntiaguda para oler y oler y oler y oler ...
HB - Para ya hombre! vamos para adentro y tomemos té.

Y entraron al salón, y mientras el ratoncito Pepo preparaba té para su amigo, el Hombre Billete le contaba cosas de su nueva vida,

HB - Ahora tengo muchos problemas Pepo, todo el mundo me persigue por la calle y me intenta atrapar, me tengo que poner un abrigo y un gorro para que no me reconozcan, porque si no, me paso todo el día corriendo. Me pasa de todo amigo, el otro día estuve a punto de quedarme atrapado en una máquina de tabaco, porque se me quedó atrapada la pata en un rodillo, otro día me pusieron una grapa en el ojo y casi me dejan tuerto, pero lo peor de todo fue cuando llegué a un sitio muy oscuro con muchos billetes ancianos y escuché decir a unos hombres que ya estábamos fuera de circulación, y que nos iban a quemar al día siguiente, menos mal que conocí a una billete muy simpática de 20 € y juntos nos escapamos en la cartera de uno de ellos, si no, estoy seguro que me hubieran metido en una chimenea o algo peor, nos hubieran hecho papel para cuadernos o para libros, imagínate!.

Y así pasaron la tarde, tomando té y recordando historias de cuando eran pequeños, de cuando se iban al cine y Pepo entregaba en la taquilla al Hombre Billete arrugado, para comprar dos entradas, y luego esperaba a que se escapara de la caja registradora, para entrar juntos a ver la película, o aquella vez que la cajera del supermercado les pilló y les persiguió por todo el bulevar, y cómo el ratoncito Pepo pensaba que ahora con un billete mucho más grande, podrían comprar muuuuchas más cosas, y se lo pasarían aún mejor.

HB - Bueno, Pepo, me tengo que ir, van a cerrar la caja y si se dan cuenta de que me he marchado, empezarán a buscarme, ya sabes como son los hombres con los billetes, espero que ahora que me he mudado a la ciudad, nos veamos más a menudo. Pero tienes que prometerme una cosa, tienes que dejar de comer tanto! y sobre todo, no te comas la moneda hasta que yo ya me haya ido eh!

P - Siiiiii, no te preocupes que ahora ya no como tanto queso, ya soy mayor, ya no me despierto a medianoche para comer, ni me escapo por las noches a la fáb... ejem, bueno no te preocupes, venga venga ... ya nos veremos - decía el ratoncito Pepo mientras cerraba la puerta y corría al salón porque acababa de acordarse de la moneda regalo que le estaba esperando mientras la lengua se le hacía cada vez más grande en la boca, y mientras abría los agujeros de la nariz todo lo que podía para oler y oler y oler mientras corría al salón y... ñac! mordió la moneda con todas sus fuerzas mientras la agarraba con las manos y los bigotes y los ojos y la nariz ... En la puerta, el Hombre Billete se había quedado escuchando y pegó bien la oreja esperando .... ¡¡¡¡Ayyyyyy!!!!! exclamó el Ratoncito Pepo mientras un diente saltaba sobre la mesa dando vueltas, ¡Esta moneda es de palo! ... ¡¡¡¡Hombre Billete!!!!! , y el Hombre Billete, soltó una carcajada y se marchó por la calle silbando pensando que los ratones nunca cambiarán, y que su amigo Pepo, el glotón, sería siempre un glotón por muchos años que pasaran y por mucho queso que comiera, y se alegró de que todo estuviese igual, de que su amigo fuese su amigo, y de que siempre, a pesar del queso, sería su amigo.




7 comentarios:

  1. Me ha encantado tu cuento escribe otro prontitooo.Daniela

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  2. Hola Daniela, no te preocupes, que habrá más, prontito, tienes alguna preferencia?

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  3. Me gustaria que escribieras el ratoncito pepo y el Hombre flor por favor

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  4. Vale piensalo para que quede muuuuuy guayyyyy. Daniela

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  5. Muy divertido. Mi madre ha echado alguna que otra risa con las ocurrencias de Pelo y el HB. Caty

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    1. Me alegro que le guste, a ver si le ayuda a ponerse un poco mejor, y también a la hija.

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