viernes, 2 de octubre de 2015
Expresión escrita
Hace ya tiempo que escribo, desde hace años, pero nunca para leer o que lean lo que escribo, sino más bien para expresar sentimientos que quedan prisioneros, para liberar expresiones, fricciones, sensaciones que se quedan encerradas y que no se pueden expulsar, y que de alguna manera, quedan latentes en lo más profundo de ti, bullendo, porque no han sido hablados, flotando como notas musicales que no han sido tocadas pero que si fueron imaginadas, y que tú si puedes sentir, incluso las puedes ver, pero que nunca puedes oír, porque necesitan aire para ser música, necesitan salir, para poder sonar, palabras que necesitan voz, para poder ser.
Así imagino que debió nacer la escritura, o la poesía o la canción, personas con necesidad de decir algo, no para ser escuchados o leídos por el placer de la comunicación, sino con una extrema necesidad de vaciar su interior para poder volver a llenarlo con sentimientos renovados, con nuevas experiencias o nuevas imaginaciones, en un ciclo que debería ser natural, y que para otras personas es algo común y sencillo, y para ellas y para mi se vuelve complejo, casi imposible, porque no hay formas naturales de vaciarte, no hay momentos de expresión espontánea que te permitan fluir, no existe una compuerta, un grifo que permita pasar todo ese manantial acumulado de objetos que quieren salir, que permanecen por años, simplemente no hay camino.
Un día por azar, un papel y un lápiz, se convierten en herramientas. Se mueven y construyen grandes puentes, puertas gigantescas, de repente los trazos son capaces de iluminar caminos y hacen sonar esas notas que vuelan hacia ningún lado, y convierten el silencio en melodía. Un día, el papel se convierte en puerta y el lápiz en llave, y descubres que se gira y se escucha el sonido del crujir de los años abriéndose mientras empieza a entrar la luz, y ese día te duele hasta el alma porque todo en tu interior se apresura y se acumulan chocando unos con otros queriendo salir, y vomitas signos de admiración, comas, puntos, escupes notas sin parar, y terminas exhausto, derrotado, tendido en el suelo sin poder moverte, mirando extrañado a tu alrededor porque no ha pasado nada, nada ha cambiado, no ha habido ningún eclipse ni terremoto, no te has muerto ni ha habido un gran cataclismo, no ha pasado nada, ni siquiera has salido de tu cuarto, tan solo no has podido soltar el lápiz, y te imaginas todo el lugar empapado en letras, empapado en música, como si hubiese llovido sobre ti, y tú fueses la tormenta, simplemente ha pasado y estás calmado, estás en paz contigo mismo y con dios, y respiras aliviado, como si se hubiese completado un ciclo. Hay quien grita, quien llora o quién va caminando hasta que tiene la certeza de que ya puede volver, hay quien se sumerge en el mar y sabe que vuelve renovado, yo, desde entonces, sé que puedo sumergirme en el papel.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, con educación, es un rincón infantil.