Aquella mañana el ratoncito Pepo, estaba muy inquieto, hacía mucho
tiempo que esperaba esta navidad, y hacía mucho tiempo que no nevaba en la ciudad ratuna; el espectáculo era chulísimo.
Miraba por la ventana totalmente hipnotizado, un manto blanco cubría el paisaje hasta donde la vista podía llegar, nieve que impedía abrir la puerta y mucha más nieve volando de un sitio a otro convertida en verdaderos proyectiles de juego, y el ruido de fondo de los niños jugando mientras se escondían junto a la fuente congelada, y todo ello bañado de una neblina provocada por los últimos copos que seguían flotando después del frío que había hecho aquella noche, algo que ni los más antiguos de lugar recordaban.
Toc Toc Toc ... Pepo Pepo, déjanos pasar, queremos una historia!!!! Gritaban los niños en la puerta del ratoncito Pepo, porque siempre en navidad, les invitaba a chocolate caliente, con pastas de queso, hojaldres, también de queso, y polvorones y mantecados ... cómo no .. de queso.
El ratoncito Pepo se despertó de su trance y se alegró, hacía mucho que no contaba historias y tanto ruido y gente de nuevo en la tranquila casa ratuna era un cambio y le venía bien, así que les invitó a entrar y los sentó alrededor de la chimenea, para que se quitaran las bufandas, guantes etcétera, mientras iba a por las bandejitas y el chocolate, les gritaba desde la cocina: "¿de qué os gustaría la historia hoy?, ¿de un perro volador?, ¿de una sirena?, ¿de un cocodrilo bueno?", pero los niños dijeron que no, "queremos una historia verdadera de navidad!!!!" ... "¿Una historia de navidad?" preguntó el ratoncito Pepo, extrañado por lo extraño de una petición tan extraña, acostumbrado a historias fantásticas y de animales de todos los tipos formas y colores.
"¿A ver, una historia de navidad?, ¿pero de qué tipo?", dijo el ratoncito Pepo intentando descifrar el fondo de aquella petición y ganando algo de tiempo para ver si se le ocurría algo, "una verdadera!!!!" gritaron todos, y una de las niñas, la más habladora, le dijo, "queremos una verdadera historia de la navidad, por favor señor Pepo, la de verdad, que ya nos sabemos muchas pero ninguna es la verdadera."
"Está bien" dijo el ratoncito Pepo, "creo que ya os entiendo, queréis saber, qué significa la navidad, y cual es el verdadero espíritu de la navidad, por qué los mayores se comportan de manera extraña, por qué hace tanto frío y por qué todos somos un poco más felices cuando es navidad ¿no?"
"Siiii!!!!!!" dijeron todos a coro, y la niña además añadió, "y por qué hay gente que no quiere que sea navidad, y gente que no quiere ser feliz, se lo he preguntado a la seño y a mis padres y no me lo han querido explicar, y queremos saber por qué el hombre Flor, el que vive en la casa verde de las afueras, cuando llega navidad se esconde y no nos deja pasar a jugar a su jardín como hace siempre, cierra las ventanas y las cortinas y de repente se convierte, ¡en el hombre Flor antipático!".

"Esta historia, esta historia verdadera, comienza como todas las historias en un lugar, pero no es un lejano lugar ni se trata de un reino escondido en los confines de la tierra, esta historia que es verdadera, comienza en la casa de las afueras, la casa que antes era un jardín esplendoroso, antes de que vosotros nacierais, y comienza con dos personajes, pero no dos personajes cualesquiera, no, esta historia es la historia del Hombre Flor, la historia del Perro Ciego Caminante, y algunos personajes más que os iré contando, pero sobre todo, la historia de ellos dos, y es la historia de una navidad y de una amistad", en los ojos del ratoncito Pepo, se podía ver un brillo extraño, que los niños interpretaron como algo emocionante y que iba a ser muy chulo, sin embargo, el ratoncito Pepo, hacía pequeñas paradas en su historia, para respirar, y para intentar contener la emoción porque quería que fuese una historia de navidad feliz, una historia entrañable, pero a veces, hasta las historias felices, te pueden hacer llorar.
"El Hombre Flor, era un hombre flor feliz, joven, fuerte, su tallo era robusto y sus flores eran las más grandes y olorosas de toda la ciudad ratuna, era la flor más bella de todas las flores de la ciudad ratunas y todas las demás flores admiraban su belleza. Entre todas las flores, también la señora Hierba Silvestre, miraba con admiración al Hombre Flor, y con más que admiración, con cariño"
"¡la señora Hierba Silvestre quiere al hombre Flor!,¡la señora Hierba Silvestre quiere al hombre Flor!" gritaron los niños al unísono muy emocionados
SHHHHHH!!!!! Tenéis que estar callados!!!!! replicó Pepo.
Si, la señora Hierba Silvestre siempre había estado enamorada del Hombre Flor, pero no se atrevía a decírselo porque no se veía bella, ni lo suficientemente guapa, como para gustarle al hombre Flor, que vivía rodeado de muchas Flores, todas muy bonitas, como la Señora Rosa, la Señora Tulipán, la Señora Jazmín ... cómo competir con ellas, tan elegantes, con esas fragancias ...
Sigamos ... el Hombre Flor, era un hombre bueno, lo tenía todo, pero que poco a poco se fue agrietando, no le bastaba ser el mejor, no le bastaba ir de fiesta en fiesta ni vivir en un jardín, veía que cada día era igual al anterior, y que hasta de pasarlo bien se aburre uno, si no tiene con quien compartirlo, y pensó que necesitaba una compañera. Empezó a hacer una lista para elegir a la que sería la Señora Flor, pero mientras estaba en sus cavilaciones para elegir a la Señora Flor, pensando en que solo sería cuestión de elegir, ya que cualquier de ellas le aceptaría, llegó a la ciudad ratuna, otro hombre Flor que estaba de paso, que venía de la ciudad de las flores, donde todos los hombres flor se parecen y todos son apuestos y distinguidos. Se armó mucho revuelo, ante la llegada de este visitante, al que todos trataron fenomenal, desde el Señor Cartabón hasta la señora Espátula, tanto, que incluso decidió quedarse unos días en vista de lo bien recibido que era en todos sitios, y de lo que todos admiraban su belleza.
El nuevo hombre Flor, era muy tranquilo, tenía unas hojas grandes, de muchas formas y era muy colorido, pertenecía a la ilustre familia de los Lirios de la mañana. Los lirios de la mañana, como sugiere su nombre, producen flores que solo duran un día, pero nunca dejan de florecer, dando una flor después de otra durante mucho tiempo, por lo que son muy duraderas y siempre tienen color. El hombre Flor de la Mañana, hablaba muy despacio con una voz muy grave, tenía muchos colores, amarillo, rosa, rojo, naranja, púrpura, blanco, durazno y colores dobles de todo tipo, lo que le hacían muy especial, y pronto se coronó como el Flor más bonito de toda la ciudad ratuna.
El Hombre Flor, de repente se encontró relegado a un segundo puesto, algo a lo que no estaba acostumbrado, pero no se conformó, no sabía que existían los lirios de la mañana, pero no le importaba, él era una gran flor, de las mejores, y decidió que volvería a ser el número uno de las flores de la ciudad, y decidió también que daría una gran fiesta, una fiesta de navidad, pero que realmente era su nuevo proyecto para elegir compañera de jardín, y muy contento, invitó a todas las flores y amigos, para esa velada. Tardó más de tres días en preparar todo, y por fin todo estaba listo para su fiesta, así que abrió las puertas y se alegró al ver a tanta gente que había venido a su celebración de navidad, entre ellos el Hombre Flor de la Mañana, que encumbraba a cualquier otro y que le empezaba a resultar molesto a pesar de que era muy simpático. Durante la fiesta el Hombre Flor, intentaba hablar con unos y con otros, pero todos estaban prestando atención al Hombre Flor de la Mañana, por lo que veía que nadie se interesaba lo más mínimo en él, y ni siquiera pudo encontrar pareja para abrir el baile de las flores, salvo la pequeña Señora Hierba Silvestre, que finalmente fue quien le acompañó para abrir el baile, pero podía ver en los rostros de todos como le miraban y sonreían, pero no sonreían porque sí, (pensaba él) sino porque se reían de él, y pensaban que ya no era tan bello ni tan simpático, y que se conformaba con la Señora Hierba Silvestre, porque ya no podía acceder a las más bellas flores de la ciudad, que andaban todas cerca del Hombre Flor de la Mañana.
"¿Qué te pasa Hombre Flor, por qué tienes esa cara tan triste?", preguntó amablemente la Señora Hierba Silvestre. "Nada!!!! ¿Tú también te vas a reír de mi?, ¿o es que acaso no te das cuenta de lo que está pasando?", contestó de muy mala manera. "Pero si no está pasando nada, están todos muy alegres y contentos en tu fiesta, y yo me alegro mucho de que me hayas invitado, todos estamos muy agradecidos", dijo la señora Hierba Silvestre, extrañada de ese repentino mal humor, y todavía se extrañó más cuando el Hombre Flor, se subió al escenario y dijo:
"La fiesta se ha terminado!!!!! ya podéis marcharos todos a casa!!!!, iros ya!!!!!"
Un silencio invadió todo el jardín, y todos se quedaron estupefactos ante esa reacción del hombre flor, y muy callados, casi en silencio, empezaron a salir mirándose unos a otros murmullando que el hombre flor estaba muy raro, y algunos decían sufrido algún mal de las flores, otros que había tomado alguna poción extraña, otros que era alergia, porque todos pensaban que no era normal. La señora Hierba Silvestre, intentó sin conseguirlo que el hombre Flor recapacitara, que le contara qué le pasaba, pero el hombre Flor solo quería estar solo y no ver a nadie, ni siquiera a las bellas flores que vinieron a despedirse de él, ni siquiera al señor Alcalde, o la señora Espátula, ni siquiera a sus amigos los Hombres Flor del Campo, y muchos menos a la Señora Hierba Silvestre, no quería ver ni oír nada ni a nadie, y cuando todos se fueron, cerró las puertas del jardín, y se metió en casa muy triste, muy desilusionado y con una sensación muy grande de que la mala suerte había llegado a su casa.
Pasaron los días y nadie vio al Hombre Flor por la Ciudad Ratuna, todos se preguntaron si estaría enfermo, si algún virus típico de las flores, o quizá ....
"¡Se había muerto de pena el hombre Flor!!!!!!!", gritaron los niños asustados al ratoncito Pepo, queriendo saber ya la respuesta, sin querer esperar a que la historia lo dijera.
"SHHHHHHHHHHHHH!!!!", volvió a replicar el ratoncito Pepo, mosqueado por la interrupción, y fumando de su pipa de aromas, volvió a retomar su relato, y prosiguió:

El hombre flor estaba muy muy triste, y se sentía sobrepasado, no estaba acostumbrado a no ser el primero, a no ser el mejor, a no ser el más bello, por lo que decidió irse de la ciudad, tenía que aprender cosas nuevas, y tenía que aprender a ser normal, como la gente normal, y por la mañana temprano, se marchó cuando aún todavía no había amanecido para que nadie le viera, nadie, salvo la pequeña señora Hierba Silvestre, que se encontró con él y le preguntó, "hola!!!!, ¿dónde vas tan temprano?" con su alegre vocecilla y su vitalidad, pero no obtuvo respuesta, el hombre Flor la apartó con la mano, y prosiguió su camino, cabizbajo, hacia ningún lado en particular.