Hacía mucho frío por la vereda, el Hombre Flor nunca había caminado tanto y nunca había madrugado tanto, no sabía lo que era el frío no el rocío de la mañana, y empezó a extrañar rápidamente su casa.
"No, no puedo rendirme, este es el comienzo del camino, y hay que seguir adelante como sea, no puedo volver sin más, necesito encontrar algo ..." , se dijo, y a pesar del frío y que sus hojas se estaban resecando, continuó sus pasos, caminando y caminando.
Por la tarde ya se había alejado de la Ciudad Ratuna más que nunca, nunca había llegado tan lejos, nunca se había aventurado hacia lo desconocido, y tenía una extraña sensación de miedo por un lado, pero de orgullo por otro (el Hombre Flor era muy orgulloso, pero este era otro tipo de orgullo), se sentía bien consigo mismo, como desde no hacía mucho. "¿Qué me pasa?, pensaba, y se alegraba de experimentar nuevas cosas y nuevas sensaciones.
Pero no todo eran buenas noticias en su primera jornada, estaba anocheciendo y no sabía donde iba a dormir, le dolían muchísimo los pies, sus zapatos de tela de seda ya se habían roto, y sus hojas estaban más resecas que nunca, casi no parecía él mismo, y el miedo-orgullo seguía ahí, pero ahora sentía un poco más de miedo que de orgullo. "Bueno, vamos a buscar un sitio donde dormir, no puede ser tan malo dormir en la campo ...", pensó, y busco un lugar calentito donde pasar la noche. Buscó y buscó, pero en la vereda no había sitios calentitos, ni sitios cómodos, solo había camino y campo a los lados, árboles muy altos y muchos ruidos, que a medida que iba oscureciendo, se iban incrementando, y todo era nuevo para él. A pesar de todo, a pesar de que casi todo era miedo y casi nada orgullo, siguió adelante, "encontraré un sitio !!!! encontraré un sitio !!!! ...", iba susurrando mientras avanzaba, y al final, rendido, cayó en el lado derecho de la vereda y casi sin fuerzas, se quedó allí. Uno de los árboles de la vereda que vio lo que ocurría, movió una de sus ramas y dejó caer sobre él unas hojas, que se colocaron sobre él. El Hombre Flor, miró al árbol, con mucha extrañeza, "¿por qué lo has hecho, has perdido algunas hojas?, dijo con voz de agotamiento y casi sin poder moverse". "Pues está claro flor, porque tú las necesitas más que yo, a mi me volverán a salir, pero si tus flores se secan dejarán de oler y las perderás. Además hay que ayudarse, nunca sabes cuándo vas a necesitar ayuda, y ninguno de nosotros podríamos vivir sin los demás". "¿Cómo? no podemos vivir sin los demás, cómo decía eso un árbol tan grande y tan fuerte, capaz de romperte en dos solo con mirarte?", pensó el Hombre Flor, que estaba muy sorprendido, pero que casi no tenía fuerzas para hablar, y solo alcanzó a decir, "gracias ...." antes de quedarse profundamente dormido.
A medianoche, un búho lo despertó con su ulular, y abrió los ojos pensado que estaría totalmente oscuro, pero se sorprendió mucho, al ver un cielo totalmente estrellado y una luna llena clara y cálida, que alumbraba la vereda y el resto de la villa. El árbol le había dado mucho calor y además, con sus ramas cerca, había dado mucho oxígeno a la flor que se había casi recuperado por completo, así que en vez de esperar a la mañana, decidió levantarse y ponerse de nuevo en camino, hacía adelante, sin saber dónde, pero sí en qué dirección.
Antes de irse, golpeó el tronco del árbol lo más fuerte que pudo, para ver si despertaba al árbol, pero solo se escuchaba su respirar y no había forma de despertarlo, así que rompió un trozo de una de sus hojas y la dejó a los pies del árbol, así se daría cuenta de que le estaba muy agradecido.
Más contento que el día anterior, se puso de nuevo en camino, cuando observó que sus zapatos de tela estaban muy deteriorados, claro, no estaban hechos para andar, sino más bien para pasear por el jardín. Se dirigió hacia donde la luz de la luna era más intensa y se dio cuenta de que había un río, sonrió porque se le había ocurrido una gran idea, y se puso como pudo a fabricar unos zapatos de andar, con unas ramas, unas hojas muy duras que encontró y algo de agua y barro. Era la primera vez que hacía algo así y le salieron .... horrorosos!!!!! Por un momento, se enfadó consigo mismo, pero eso eran cosas que hacía antes, ahora no, ahora no se enfadaría consigo mismo, ahora lo volvería a intentar, y de nuevo se puso manos a la obra. Rompió muchas ramas, y muchas hojas duras, y estuvo allí durante horas, pero finalmente lo consiguió, se había fabricado unos zapatos de andar!!!!!
El miedo-orgullo ahora había cambiado, tenía muy poco miedo, y si mucho orgullo, se sentía bien, y estaba deseando caminar, y avanzar, sobre todo, para probar sus nuevos zapatos de andar, y mucho más contento que antes, siguió su camino por la vereda, iluminada por una luna clara, que le miraba desde arriba, y pensaba, "qué chico tan extraño, qué estará haciendo tan lejos de un jardín ...", y le miraba con cariño desde su habitáculo nocturno, mientras el Hombre Flor caminaba con sus zapatos nuevos haciendo ruido en el suelo con cada pisada, porque quería escuchar cómo sonaban sus zapatos nuevos.
Caminaba y caminaba, y se sorprendió a sí mismo canturreando al son del sonido de los pájaros que iba escuchando a medida que iba amaneciendo, y se presentaba ante él, una imagen novedosa, era temprano, muy temprano, pero ya todos los pájaros cantaban, se escuchaba el ruido de la corriente del río, el ruido de las ramas de los árboles moviéndose a causa del viento, inclusive escuchaba como alguien se acercaba por el camino. "Buenos días", escuchó, y de repente se percató de que se había cruzado con un pequeño ratón, que caminaba en sentido contrario
Eras tú, eras tú !!!! gritaron todos los niños al unísono otra vez, esta vez de forma muy estridente.
Siiiii, era yo, que volvía de una excursión, shhhhhh!!!!!!!!!! pero tenéis que esta callados hombre!!!!!
"Vale vale, sigue sigue, Pepo, qué pasó????, le dijo la niña más habladora.
"Pues, le saludé, diciéndole buenos días", y el me respondió, "Buenos días Pepo, qué haces tú por aquí",
"Pues vengo de hacer una excursión a la ciudad de quesos, que suelo ir por ésta época del año, porque está muy alejada, y tu??? tienes un aspecto horrible, qué te ha pasado??? necesitas algo????"
"No, no, no, tranquilo, estoy bien. Hoy es domingo? no me había dado cuenta"
"Estamos muy lejos de la Ciudad Ratuna, Hombre Flor, de verdad que no te pasa nada?"
"No, Pepo, amigo, estoy bien, he decidido hacer cosas nuevas, y aprender cosas nuevas, y sobre todo, encontrar algo, así que no te preocupes, estaré bien". Y diciendo estas palabras, me abrazó y prosiguió su camino, y le vi alejarse con sus extraños zapatos y silbando algo que nunca había visto hacer al Hombre Flor.
Avanzó muchísimo con los zapatos nuevos, y de nuevo era de noche, pero esta vez, no iba a buscar ningún sitio (para qué, no iba a encontrarlo), así que se acercó a un árbol grande y robusto que había cerca y le dijo, "Señor árbol, por favor, puede prestarme unas hojas?","Cómo??? de ninguna manera, pero qué te has pensado?? largo de aquí", respondió el árbol de muy mala forma, con mucho genio.
"Eh, Flor, eh, no te acerques a él, que es un árbol muy tosco y maleducado, ven, yo te prestaré unas cuantas hojas para pasar la noche", le susurró desde muy cerca, una pequeña árbol , o arbusto, no sabía bien lo que era, pero que le había resultado muy agradable y cercana.
"Gracias, eh, oh ..." dijo sin saber qué tipo de arbusto era y su nombre,
"Jajaja, soy la señora Enebro, ven, te prestaré unas cuantas hojas".
"Qué bien hueles!!! Casi no recordaba lo que son los olores, mis flores apenas huelen ya", y con las hojas y flores que le prestó la señora Enebro, se tapó y charló con ella durante horas. Aquella noche durmió muy bien, sin ningún miedo, y con el calor que da una buena charla con alguien que acabas de conocer, y tapado con muchas hojas, que poco a poco, iban impregnando sus hojas, y le iban devolviendo la textura, aunque sin darse cuenta de que estaba cambiando de olor y color. Y fué así durante muchos días, durante el día caminaba y hablaba con todos lo que se encontraba, y por la noche, buscaba un árbol amable, mejor si era anciano, porque los ancianos sabían más cosas, y eran muy sabios, e iba poco a poco recopilando colores y olores de todos los rincones por donde caminaba, y se estaba convirtiendo en una flor nueva, no se sabía muy bien de qué tipo, pero lo que si era seguro, era que ya no era el antiguo y altivo Hombre Flor.
"Mmmmmm, qué es este olor tan extraño?", sonó una voz vieja y serena.
"OH! EH!, un momento ...", dijo el Hombre Flor, abriendo un ojo, y dándose cuenta de que ya era casi de día y que tenía una nariz muy húmeda y grande en su cara
"Oye!!! Aparte de mi tu nariz hombre!!!"
"Oh, Perdón", dijo el Perro Ciego Caminante, mientras seguía oliendo al Hombre Flor por los lados, sin molestarle con su hocico. "Insito, qué tipo de olor es ese que tienes, que huele tan bien pero que es tan extraño, no lo reconozco, y soy un sabueso, un perro que conoce todos los olores".
"Pues soy una flor de lo más normal, ¿no me ves?"
"No, no te puedo ver, hace años que solo veo luces blancas de día y luces negras de noche ..."
"Oh...."
Fin parte 2.