domingo, 19 de octubre de 2014

El Ratoncito Pepo y el Hombre Culo



Cada año, por estas fechas, el Ratoncito Pepo, se da un largo paseo al centro del pueblo a recordar a uno de sus mejores amigos, el Hombre Culo, y siempre se acuerda, de cómo era y de cómo se marchó ... y espera que algún día vuelva por allí, porque se le echa mucho de menos.







¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! 
 P - ¿Quién es??

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!P-
Que .. ¿quién eeeeeeesssssss?


HC - Ejem, ejem, buenos días pequeño y aspero ratón, soy yo.

P - Hombre Culo!!!! ¿Cómo te atreves a venir a mi casa después de lo que hiciste?, todavía recuerdo la vergüenza, todo el mundo mirando en el restaurante, todo el mundo murmurando, el Hombre Chef que vino a echarnos ... , y sobre todo el olor, ese olor penetrante, que se quedó impregnado en mi ropa durante días, es que te pasaste Hombre Culo, te pasaste.

HC - ¡Te vuelvo a repetir que no fui yo! Que todo el mundo me echó la culpa, no sé por qué, pero yo no fui, fue la señora del abrigo que estaba justo en la mesa de al lado, que no decía nada y además, seguro que había comido habichuelas, créeme, yo sé mucho de olores, y ese olor tan fuerte era el olor de habichuelas verdes del día anterior, que no habían hecho bien la digestión, tienes que creerme, yo nunca suelto gases en público y tú lo sabes, además, tú siempre dices que soy el culo más limpio de toda la ciudad, y desde que uso toallitas húmedas da gusto salir conmigo porque parezco hasta más suave.

P - Ya ya, pero es que no esperaba que justo en la cena que hacían en mi honor los de la ciudad geométrica, empezaras a soltar gases a diestro y siniestro y encima, poniendo esa cara de "yo no he sido" ...

HC - ¡Pero es que yo no fui!¡A ver si te enteras! que fue la tía puerca de la mesa de al lado, no yo ...

P - Bueno, la verdad es que tengo que reconocer, que aprovechando el ruido, quizás yo también soltara algún que otro pedo ... porque tenía el estómago a punto de explotar y necesitaba hacer un poco de aire ... y como pensé que eras tú quien estaba gaseando, aproveché el momento para echar uno o dos peillos, pero de los chicos, de los que no huelen. Y no te enfades, que casi no sonaron.

HC - Lo ves!!!!! Pero claro, como el hombre culo estaba en la sala, la culpa de los pedos y los olores siempre es de él, ¡como no!, hasta mis mejores amigos aprovechan para culparme de sus pedos, y a nadie le importa cómo me pueda sentir yo, siempre estoy cerca para que todos me miren y todos murmullen ... "ea mira ... otra vez se ha cuescao el hombre culo". ¡Pues no! ¡Ya estoy harto!, me largo de esta ciudad y no pienso volver.

P - ¿Pero qué dices Hombre Culo, cómo te vas a marchar de la ciudad, si dentro de nada es el concurso anual de pedos?, y,  ¡no podremos ganar si no estás tú!

HC - Pues por eso, solo me queréis para ser los primeros en los concursos de pedos, y me tenéis harto, siempre igual desde un mes antes comiendo espinacas, lentejas y judías, estoy muy cansado de esos juegos tontos, a mi lo que me gusta es leer, tomar buen vino, viajar, ver mundo, y vosotros solo pensáis en los concursos y en ganar a todas las ciudades de alrededor, ¡se acabo!. - Y dando un portazo, se marchó por donde había venido, con muy mala caraculo y con un mal humor que crecía por momentos.

P -  “Debo hacer algo, no puedo dejar que mi amigo se vaya así, y sobre todo, no podemos perder el concurso anual de pedos, ¡eso si que no!, a ver qué se me ocurre para resolver esta cuestión ... y se puso manos al queso para diseñar una estrategia infalible que le permitiera que el Hombre Culo se sintiese bien y volviese a ser el culo de siempre, y sobre todo, estuviese en perfectas condiciones para competir, no iba a ser fácil porque esta vez el Hombre Culo tenía un mosqueo considerable, pero con un poco de queso, su pipa y su sofá, el Ratoncito Pepo era capaz de todo.

Y pensó y pensó  ... y comió y comió , y pasaron varias horas hasta que por fin ...  “Eureca!!!! ya lo tengo, voy a organizar el gran día de comer hasta reventar y soltar ventosidades, de este modo, todo el mundo podrá peerse cuando quiera y todo lo que quiera, y sobre todo el Hombre Culo, no tendrá que guardar las apariencias y podrá explayarse como nunca”, y más contento que unas castañuelas el Ratoncito Pepo, habló con las autoridades, habló con la gente del mercado, habló con la bibliotecaria, con el Hombre Lápiz y el Hombre Linterna, y todos estuvieron de acuerdo en que había que hacer algo para que el Hombre Culo se sintiese bien, y sobre todo, sería una fiesta del olor, pero .... ¿Cómo resolver el problema del mal olor? ” pensó el Ratoncito Pepo, ya está ... nos traeremos a todos los hombres flor de la comarca, y a todos los hombres viento para que los vayan empujando el mal olor por las ventanas, si conseguimos que haya corriente, no pasará nada”.

Cuatro días después, ya estaba todo preparado para la gran ocasión y enviaron al Hombre Alfombra para que fuese a casa del Hombre Culo a llamarle, acompañado del Ratoncito Pepo, vestido para la ocasión y le invitasen al mayor evento culinario de la historia, iba a ser el día más sonado de toda la zona, y cada año vendrían visitantes de otras ciudades y otros países, porque iba a ser la fiesta pestosa mejor del mundo.

Una vez en su casa, el Hombre Culo, no salía de su asombro, ya tenía casi preparadas las maletas para marcharse, pero pensó que tanto esfuerzo y dedicación por parte de los habitantes de la ciudad, merecían que al menos, acudiese un ratito a aquella fiesta de las ventosidades, que prometía ser muy divertida y que no dejaba de darle curiosidad.

HC - Mmmmm, De acuerdo, voy con vosotros

P - Perfecto, nos vemos allí en cinco minutos, vamos preparando.

El Ratoncito Pepo se adelantó, avisó a todo el mundo, apagaron las luces y esperaron en la puerta a que entrase el Hombre Culo, y en cuanto el Hombre Culo hubo entrado un poquito.

P - ¡Ahora! ¡ Todo el mundo a peerse!  ... y todos los habitantes de la ciudad ratuna empezaron a soltar pedos a cual más gordo, pedos sonoros, pedos de aire, pedos de silbidos, incluso, hasta pedos elegantes como los de la Señora Pluma, que siempre soltaba unos pedos tan suaves que parecían brisa marina .... Todos los de la ciudad estaban entusiasmados pegándose peos y más peos a diestro y siniestro, nadie se había querido perder la fiesta, llevaban horas comiendo para poder soltar todo lo que llevaban dentro, y las ventanas abiertas sacaban fuera todo el olor, y todo, en honor al Hombre Culo y su día,  “Vamos Hombre Culo, te toca”, dijo el Ratoncito Pepo, mandando a callar a todo el mundo, y haciendo que todos prestaran atención a la puerta.

HC - Pero yo .... yo no puedo ...

P - ¡Que sí! ¡Lo más fuerte que puedas!, esta fiesta es en tu honor, hoy vas a poder divertirte como nunca, igual que todos, y nadie te va a decir nada, ¡vamos!

HC - Pero Pepo yo, yo nunca lo he hecho ...

P - ¡Venga!, no te lo pienses, lo llevas dentro, seguro que con un poco de esfuerzo lo puedes conseguir!!!

Y todos empezaron a animar al hombre culo, todos tocando palmas y esperando el gran acontecimiento. El Hombre Culo llevaba tantos años aguantándose, que no sabía tirarse pedos en público, era superior a él y por más que intentaba, no sabía qué hacer.

P - Vamos, confía en nosotros, ¡tú puedes!

Y el Hombre Culo, haciendo acopio de energía, sin pensarlo, cogió aire, respiró profundamente, apretó los puños, se echó un poco hacia atrás, y con todas sus fuerzas, apretó y apretó hasta que ya no pudo más, aún así pensó “debo ser fuerte, aguantar hasta el límite, no puedo defraudarles”, y siguió apretando y aguantando ante la atenta mirada de todos, que mantenían unos segundos de tensión esperando el desenlace ...  y entonces, BRRRRUMMMMMMMMM dejó salir un enooooorme y ruidoso pedo, el pedo más grande que jamás nadie se hubiese imaginado, el pedo más potente y más enérgico de toda la historia, el pedo que quedó para la posteridad como el "Gran Pedo".





Aquella fue la última vez que se vio al Hombre Culo en la antigua Ciudad Ratuna, el Ratoncito Pepo quedó conmocionado por lo que ocurrió y tardó meses en ser el mismo, el centro de la ciudad quedó completamente destruido y hubo que reconstruirlo varios kilómetros más abajo. Todo en aquella zona quedó carbonizado, se hizo un enorme cráter donde estaba la antigua plaza mayor, que hoy día es "Lago del Pedo", en el que y que cada año, por estas fechas, se conmemora la partida al espacio de Hombre Culo, que se cree sigue viajando por las estrellas, impulsado por sus pedos, recorriendo otros planetas, pero seguro también, intentando volver algún día a la ciudad Ratuna, porque es aquí donde está su hogar.


Todos los habitantes muy afectados, decidieron desde entonces, prohibir los pedos en la Ciudad Ratuna, y desde entonces, nadie más ha vuelto a expelir ventosidades en público, por todos los rincones de la ciudad, se pueden ver carteles que avisan del peligro, y sobre todo, nadie quiere manchar la memoria del Hombre Culo, porque en el fondo, todos esperan que vuelva pronto.

   

Y así es como el Ratoncito Pepo recuerda estos días, los días en los que su amigo el Hombre Culo, se convirtió en el Hombre Culo de las Estrellas, y muchas noches, si está mirando al cielo el Ratoncito Pepo y ve una estrella fugaz, sonríe, porque sabe que alguna de ellas puede ser su amigo el Hombre Culo, feliz en el espacio, donde no hay olores, y donde puede, moverse libremente, pedo va y pedo viene, para viajar por todos los lugares que quiera, y conocer otros mundos y otros planetas, como siempre había sido su ilusión.




















viernes, 10 de octubre de 2014

4.- El Ratoncito Pepo y el Hombre Mojón






¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!
 P - ¿Quién es??

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!P-
Que .. ¿quién es?






HM - Hoooooooooola, Pepo, soy yo, el Hombre Mojón, abre que me estoy mojando!!!

P - Hombre Mojón!!!! , ¿Cómo tú por aquí?, ¿cómo te va, sigues siendo el kilómetro trece?

HM - No Pepo, ya no, ahora soy el el "Km. cero", ¿a que es chulo?

P - ¿Cómo, el km cero? Pero si eso no existe, es como llamarse nadie o no tener nada en la nevera, es como ir a comer y que no haya queso, ¿como vas a ser el km. cero?

HM - ¡Que no hombre que no! Resulta que soy el punto kilométrico cero, donde empiezan todas las carreteras, el punto central, imagínate, un mojón de pueblo como yo, convertido en el mojón del kilómetro cero de la gran ciudad, mi madre mojona está muy orgullosa de mi, y mi padre el padre mojón, no cabe en si de alegría, y está todo el día paseando por el pueblo, para presumir de su hijo el mojón cero, y ya me han hecho mojón predilecto de la ciudad, y me invitan a todas las convenciones y fiestas de mojones.

P - Pues no sé ... me parece que era más divertido ser el km. trece, que ser ahora el km. cero, que es como no ser nada, es como ser un mojón aburrido, con un número muy aburrido, y unos colores muy aburridos, el rojo es que es un color que ... no sé .....

HM - Hombre, un poco aburrido si que es, pero es que ya estaba cansado de que se riesen de mi, por ser el número de la mala suerte, de que la gente viniese y se sentase encima de mi, o que viniese un rebaño de cabras y empezase a soltar cagarrutas a mi alrededor, por no nombrar, a las vacas que llegaban y me baboseaban llenaban todo de boñigas. Ahora soy un mojón distinguido, tengo todo el día a muchos niños haciéndome fotos, la gente viene a verme desde toda partes y sobre todo, no dejan que ningún perro se acerque y se cague en mi, tengo mi propio espacio en la acera, y me pintan de nuevo todos los años.

P - Si tú lo dices ... pero no te veo muy bien pintado .... más bien te veo pintado a tiras, como si estuvieses descolorido.

HM - ¡Por eso vengo! Resulta que la última vez que me pintaron, me pusieron pintura se seco, y ahora que ha llovido y me he mojado, mi cero se ha borrado y se ha quedado como si fuese un uno, ¡te lo puedes creer!!!!. ¡No puedo ser el mojón del km. uno, tengo que ser el mojón del km. cero! Ahora no puedo perder mi número, ni mi sitio en la cera, ni mis cuidados ....



P - Pues yo diría que estás mucho mejor de uno que de cero, ¿no?

HM - No Pepo, por Dios, ¿qué dices? Necesito volver a ser el km cero, si no todo el mundo volverá a reírse de mi, seré el hazme reír de todos los mojones, ¡volveré a ser un mojón normal!., y mi padre pensará que soy un mojón fracasado, y mi madre, ¡ya no estará orgullosa de mi!.

P - ¿Pero qué dices tontaina?,¿qué tiene de malo que seas un mojón normal? Antes eras un mojón muy normalito, venías mucho más a menudo, recuerdo que nos echábamos partidos de fútbol de mojones contra semáforos, nos tomábamos refrescos por la noche cuando nadie pasaba por la carretera, asustábamos a las motos, y hasta me dejabas dormirme encima tuya, eras un mojón de lo más chulo.

HM - ¿Te acuerdas?, ¿de verdad te parecía que era un mojón chulo?, pero si era solo un mojón más, el número trece, un mojón perdido en mitad de una carretera, con un número que nadie quería ver.

P - Pues claro que me acuerdo, yo y todos los mojones de aquella carretera, sobre todo la mojona km. quince, "la niña bonita", que siempre te estaba echando un ojo cuando tú no mirabas y que todos sabíamos que te gustaba un montón. No hay nada de malo en ser normal, al revés, yo creo que es más importante ser normal que ser único, la gente única termina por aislarse y se queda sola, en su trocito de cera, esperando que la gente venga a hacerle fotos, y no sirve ni para que los perros la huelan, eso es ser un mojón de baja calidad, un mojón secundario, solo los mojones menos divertidos querrían ser el mojón cero, que te lo digo yo.

HM - No sé Pepo, no sé qué decir, ¿de verdad crees que es mejor ser el número trece?, el mojón de la mala suerte, el que la gente murmulla y se cambia de cera, cuando te ven pasar, para que no le traigas mala suerte, el mojón gafe.

P - No!, el trece no, vamos a cambiarte la cara, piensa un número, ¿cual te gustaría ser?

HM - Pues no sé, el cinco, el siete, podría ser uno de muchos números, el cuatrocientos, o uno con unos números redondos, el ochenta, el cuarenta y siete ....

P - ¿Lo ves?, ya estás volviendo a ser tú, el mojón divertido que yo recordaba, un mojón con imaginación, y ya se qué numero te voy a poner, lo tengo claro!

P - Vamos a ponernos manos a la obra, primero vamos a borrar ese careto aburrido que te han pintado y vamos arreglarte un poquito, y vamos a quitar esos colores tan aburridos y vamos por unos colores más llamativos, más acordes con un mojón alegre y simpático como tú, vamos a sorprender a la mojona quince, !tú déjame a mi!


HM - No sé Pepo, no sé, no estoy seguro ... HM - ¡Pepo, Pepo! ¿Qué haces?, ¡estate quieto!, Pepo! Pe!...


P -  “¡Que te calles puñeta!”, dijo el Ratoncito Pepo mientras le metía la brocha en la boca, para que se callara, y seguía pintando mientras iba silbando y cantando ... "ratón que pintas con amor .... ", o aquella tan famosa entre todos los ratones, de "noches de bohemia y requesón...", y su canción preferida, "donde estará mi queeeeso, donde estará mi queeeeeso .... donde quiera que esté ... mi queso es mio!!!!".




Y pasaron dos horas mientras el Ratoncito Pepo pintaba y pintaba, y cambiaba los colores aburridos del mojón por colores divertidos, y sobre todo, pensando en el número que iba a pintar, y se acordaba de la carretera donde vivía el mojón en el pueblo, y que todos los números era impares, y que quería que estuviese al lado de la mojona número quince, pero no quería que siguiese siendo el número trece, porque no era un mojón que trajese mala suerte, al revés, era un mojón que siempre era agradable y simpático, por eso, iba a dejar de ser el número trece, pero volvería a estar al lado de la mojona quince.

P - “¡Ya está!, ha quedado que ni pintado , jajajajaja”, dijo el Ratoncito Pepo haciendo un chiste,  “mírate anda, te traigo un espejo”.

HM - Oh!!!!!!! Pepo!!!!!! Pero, como puede ser!!!! si es mi número preferido, y estaré situado al otro lado y la gente no me dirá gafe ...



Efectivamente, ahora era de nuevo un mojón de carretera, blanco y reluciente, con su caperuza amarilla y su flamante diecisiete pintado, y el Ratoncito Pepo estaba muy orgulloso porque le había quedado "que ni pintado" y además, el color rojo es un color muy feo, sin embargo el amarillo, el color del queso, es el mejor color del mundo, y su buen amigo El Hombre Mojón, ahora tenía un color amarillo parmesano estupendo.

HM - ¡Pepo, de verdad que esta vez te has superado!

P - “Por supuesto mojoncito, no esperarías menos de mi, ¿verdad?”, dijo el Ratoncito Pepo, con una medio sonrisa, sabiendo que su amigo se había quedado alucinado y que estaba mucho más contento de lo que parecía .... “Anda, corre, vete a ocupar el punto kilométrico diecisiete, y no tendrás problema, porque el antiguo diecisiete, hace años que se marchó, y su punto no lo ha ocupado nadie desde entonces ....”

HM - ¡Estás en todo amigo! Me voy corriendo, estoy deseando que todos vean mis nuevos colores y mi nuevo número, ¡voy a ser el mojón más chulo del pueblo!

P - “¡Así se habla mojoncito!” dijo el Ratoncito Pepo, mientras miraba como se alejaba corriendo el Hombre Mojón, con su número recién pintado, “creo que me he ganado un buen zumo de queso, con unos cereales de queso y una tostada con queso de untar ... ” y como siempre que estaba contento, se fue directo a la cocina, pensando en la súper tostada de queso que se iba a comer a la salud de su querido amigo, el mojón diecisiete.

domingo, 5 de octubre de 2014

3.- El Ratoncito Pepo, y el Hombre Mitad







¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!   
P - ¿Quién es??

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

P- Que ¿quién es?




HM - Muy buenas Pepo, pasaba por aquí y me dije “¿Qué hago? ¿visito o no visito al Ratoncito Pepo?”, y aquí estaba pensando cuando he pulsado el timbre, pero sin querer pulsarlo ...


P - ¡¡Hombre mitad!! ¡¿Qué tal?, ¡¡cuánto tiempo!! Ya echaba yo de menos tus medias decisiones y tus medias preguntas y tus medias respuestas.

            El hombre mitad nunca estaba seguro de nada, siempre todo le parecía bien y mal, y nunca sabía cómo decidir cuando tenía dos opciones por delante, nunca sabía por cuál decantarse. Y, si le dejabas pensar, entraba en un estado de pensamiento profundo, sonaba un zumbido (¡¡Szszszszszsz!!), se quedaba bloqueado y había que darle un toquecito (suave) en el hombro para que volviera a reaccionar, porque si no era muy peligroso... Eso lo sabía muy bien el Ratoncito Pepo, que siempre respondía rápidamente para que al hombre mitad no le diera el "chan", que era como llamaba Pepo a ese estado "duda" del Hombre Mitad.


P - ¿Te apetece tomar algo, un café? 



HM - Pues sí, me apetece tomar algo, ¿tienes algo más?


P - Sí claro, también tengo té.


HM - Café o té... (!!!!!)  


P- Noooo , no tengo té, perdona, solo tengo café, el té se acabó (¡ufff!) - dijo rápidamente el Ratoncito Pepo, temiendo que al Hombre Mitad, le diera el chan, se pusiese a temblar y terminase por explotarle la cabeza y llenase todo de dudas. Las dudas del Hombre Mitad eran muy asquerosas, parecían mocos y dejaban todo perdido, era como un estornudo de hipopótamo; pero como si antes hubiese comido lentejas. Por eso nadie quería que el Hombre Mitad entrase en un chan, y sobre todo, había que darle un toquecito antes de que explotase, si no, podías pasarte dos o tres horas limpiando.


HM - ¡Oh, vale, tomaré un café entonces! Ya sabes cómo me gusta, mitad caliente, mitad frío.


P - Si, si, por supuesto, y ¿cuánta azúcar?


HM - Solo dos medios terrones de azúcar 


P - Vale, pero ¿no es lo mismo un solo terrón entero que dos medios terrones? 


HM – Pues... (!!!!!)


P - Vale vale vale vale, te pondré dos medios terrones, mira, los tengo aquí ya apartados ... (ufff, otra vez, tengo 
que cuidar más lo que digo, estoy desentrenado después de tanto tiempo de ver al hombre mitad).

El Ratoncito Pepo se marchó a la cocina y dejó al Hombre Mitad en el salón. “Estás en tu casa, siéntate donde quieras” y el Hombre Mitad se quedó pensativo mirando unas sillas muy chulas que había en la mesa y la comodidad del sofá. "¿Sillas o sofá?” y... (!!!!!!!!!!!). El Ratoncito Pepo estaba preparando el café y las cucharillas, cuando de repente empezó a escuchar un zumbido... “¡Oh no!” y salió corriendo hasta el salón a toda velocidad temiendo llegar tarde, atravesó también a toda velocidad el pasillo, giró a la izquierda en el salón y vio que ya estaba el hombre mitad con la cabeza un poco abierta y estaban saliendo algunas dudas, las que salen las primeras y flotan, justo antes de que exploten todas las demás. “¡¿Qué estás pensando, Hombre Mitad?! ¡¡Corre, dime dime!!” decía mientras movía al Hombre Mitad por los hombros. El Hombre Mitad, ya casi bloqueado le dijo con mucha dificultad: “Siii...llaaaaa... ooooo... sooooo... fáaaaa...”. “¡¡Sofá sofá, claro!! ¡¡Es mucho más cómodo y tiene más cerca la mesa del café!! ¡¡Sofá, elige sofá...!!”.


 “Vale vale, me siento en el sofá”  dijo, mientras se sentaba y se le iba cerrando la cabeza y volvían a entrar las dudas. El Ratoncito Pepo, respiró tranquilo, aunque se habían quedado todas pringosas la tele, y una cortina y veía como algunas dudas del Hombre Mitad, las "mediodudas", empezaban a revolotear y salían por la ventana.. “¡Hala, hala..! ¡Todas fuera! ¡Venga, venga...!” decía mientras movía las manos haciendo aires para que las mediodudas se disolvieran. “Debo tener mucho cuidado, no me puedo despistar...” pensó el Ratoncito Pepo mientras se volvía a la cocina a por el café.

P – Bueno... ¿Y qué tal todo? ¿Cómo están tus medios hijos y tu media mujer? 



HM - Todos medio bien, Pepo, como siempre. Ya sabes como son los niños, ni buenos ni malos, y se portan bien y mal, como todos los niños de su edad y los que no lo son.


P – Ya, ya... -decía el Ratoncito Pepo, pensando que nunca se enteraba de nada de lo que decía el Hombre Mitad, y que tenía que hacer un esfuerzo por no preguntar nada que tuviera más de una respuesta para evitar el 
chan, y era muy muy cansado, y las conversaciones eran muy lentas y se hacían eternas. 


P – Bueno... ¿y cómo te va en tu medio trabajo?


HM - Tú sabes Pepo..., ni bien ni mal. A veces trabajo mucho y otras veces trabajo poco, unas veces me gusta trabajar y otras no, y sobre todo, me cuesta mucho por las mañanas levantarme; pero me encanta levantarme por las mañanas, porque mi trabajo es muy divertido; pero me aburro mucho trabajando.


P - “¡¡Ayyy!!” pensaba el Ratoncito Pepo intentando buscar cosas que no permitieran la duda; pero que cada vez le costaban más y hasta él mismo dudaba qué preguntar.


P - ¿Has vuelto a coger la bicicleta?


HM - Si, pero no. Me gusta mucho la bicicleta porque es muy divertida; pero no me gusta porque es muy peligrosa, me puedo caer y hacerme daño, o me puedo caer y no hacerme daño, o no me puedo caer y entonces no es peligrosa, pero entonces me canso, aunque no me canso porque voy en bici...

            Cuatro horas y tres cafés después, sin apenas hablar, el Ratoncito Pepo estaba ya muy cansado y tenía ganas de irse  a dormir, así que dijo: “Bueno, Hombre Mitad, ya es tarde, y tengo que descansar para mañana. ¿Tú no tienes que irte, no tienes prisa...?” 


HM - Pues ni si ni no, la verdad es que tengo un poco de prisa, pero no tengo prisa...



P – Grrrrr. ¡A ver..! ¿Tienes o no tienes prisa? Intenta pensar un poco.

M - No, no tengo prisa, pero tengo un poco... 


P - GRRRRR, ¿no te está esperando tu medio mujer? ¿No deberías ir a casa?


HM - Si, me está esperando, pero no me está esperando; porque está haciendo otras cosas...


P – Buffff... Haciendo otras cosas, claro, pero tienes que irte ya ¿no?


HM - ¿Irme? ¿A dónde? -dijo el Hombre Mitad, casi sin dudar- ¿A la calle?




P - Pues a la calle o a tu casa.


HM - ¿A casa? ¿A la calle ? (!!!!!) El Ratoncito Pepo estaba tan agotado y tenía la mente tan liada que ya no sabía qué decir y estaba contagiado de las dudas del Hombre Mitad. 


P - Vete a casa, o no, vete a la calle, no sé... 
(!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!)

            Ya había medias dudas revoloteando alrededor del hombre mitad y ya le salían dudas de la nariz, de la oreja, del cogote ....


P - ¡¡Oh no!! ¡Para, para, no pienses, mejor vete a casa, o a la calle, porque para ir a casa antes tienes que ir a la calle... ¡Mecachis! ¡Ya no sé lo que digo, me estoy liando! Estate quieto, deja de temblar que me vas a dejar el salón hecho un asco. ¡Espera, espera... que ahora lo decidimos!


HM - (¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!)


P - ¡Ohhhhh..., es tarde! decía el Ratoncito Pepo mientras se escondía detrás del sofá lo más rápido que pudo y se tapaba las orejas ....


 

HM – BOOOOOOOOOMMMMMMMMMMMMMMMM. El Hombre Mitad reventó en millones de dudas verdes, asquerosas y pegajosas que dejaron todo lleno de verde duda: las paredes, el suelo, el techo, los muebles. El Ratoncito Pepo no quería mirarse, porque estaba seguro de que... un poquito se habría llenado. Así que avanzó despacito hasta el espejo del pasillo y se asomó... y se vio verde como un rana, con una capa de dudas por todo el pelo y la espalda, como si una ballena le hubiera utilizado de pañuelo y se hubiese sonado los mocos con él. ¡Aggggggg, qué asco!

HM - ¡Perdón!, dijo, limpiándose la cabeza y cerrándose los agujeros que se habían abierto para explotar.


HM - Bueno Pepo, mira qué tarde se ha hecho, me tengo que ir, hasta luego...


P - ¡¡Cómo!! ¡¡Qué te tienes que ir!! ¡¿Ahora ya no tienes dudas?! ¡¡No,no,no!! ¡¡Te quedas a ayudarme a limpiar esto hombre, que mira como lo has dejado todo!! -gritó el Ratoncito Pepo desde el pasillo
HM - “Que me alegro de verte, otro día pasaré por aquí” dijo el Hombre Mitad que ya pasaba por la puerta y se marchó rápidamente mientras simulaba no escuchar al Ratoncito Pepo, que seguía gritando desde el pasillo pringado en el moco de las mediodudas, intentando quitárselas de encima.


P - ¡¡Pero será el tío asqueroso y rastrero!! ¡¡Míralo!! Se ha largao el tío puerco, y me deja aquí con las mierdadudas estas -decía mientras se escuchaba el murmullo de todas las dudas del hombre mitad que charlaban entre ellas, pegadas a todas las paredes y los muebles de la casa, y sobre todo, pegadas a la espalda del Ratoncito Pepo-.

Y así se quedó el Ratoncito Pepo, mosqueado,  limpiando las mediodudas, echándolas fuera, con suavidad, porque si apretabas fuerte de las mediodudas salían dos y nunca se acababan de marchar. Y se decía a sí mismo que era la última vez que invitaba al Hombre Mitad a café, ¿o era a té? Grrrrr, encima se había contagiado de dudas y no se le irían hasta el día siguiente... ¡¡Vaya asco de día!! -gritó- y, muy a su pesar, siguió limpiando las mediodudas que no paraban de reír y juguetear.


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